Cada vez más las empresas, independientemente de la actividad en la que se enmarquen, su tamaño o ubicación, deben cumplir un mayor número de exigencias ambientales, ya sean impuestas por la Administración, los clientes o la sociedad.
Los expertos aconsejan a los propietarios de empresas y negocios que diseñen una hoja de ruta en la que figuren las inversiones necesarias y los objetivos a alcanzar en esta materia. Además, es una manera de poder optar a las distintas opciones de financiación y subvenciones que existen, sobre todo si hablamos de fondos europeos. Estos fondos subvencionan y ofrecen óptimas condiciones de financiación a proyectos de eficiencia energética, instalación de energía solar y movilidad sostenible.
Pero, ¿cómo se mide ese compromiso medioambiental?
Los conocidos como criterios ESG (Environmental, Social and Governance), es decir, criterios medioambientales, sociales y de buen gobierno, no solo se han ido incluyendo en la gestión diaria de las empresas, sino que su cumplimiento y seguimiento es ya una obligación que deben asumir los consejos de administración. Si hablamos además, de empresas cotizadas su normativa es aún más exigente a la hora de auditar dichos criterios.
El crecimiento, y obligación, de estos compromisos medioambientales por parte de las empresas han creado la necesidad de nuevos sistemas de certificación que evalúen su sostenibilidad. Mientras que en un principio estos certificados independientes ofrecían un punto extra de seguridad a los consumidores, ahora permiten comprobar que las empresas sí toman pasos reales a favor del planeta y no solo se limitan al famoso greenwashing, es decir, un lavado de cara.
Dichos certificados medioambientales se encargan de medir los distintos avances en aspectos como la gestión de residuos, la reducción del consumo energético y de agua, el diseño de productos con criterios ecológicos o si recurren a energías renovables. Por tanto, no solo se trata de fiscalizar si cumple con las normativas, sino si ha adoptado una serie de mecanismos internos para lograr esos objetivos y evaluarlos regularmente.
Además, en los últimos años están empezando a cobrar más relevancia las certificaciones sobre la trazabilidad de los productos, tema muy presente en la industria agroalimentaria. Y es que, los usuarios exigen conocer al detalle, y en este caso el marco legal les avala, el historial del producto que llega a su mesa: desde el tipo de cultivo al pienso utilizado, el grado de bienestar animal, las artes de pesca empleadas o el recorrido seguido durante su transporte.
¿En qué benefician los certificados medioambientales?
Pese a que la implantación de estos certificados ambientales por parte de las empresas puede responder a diversos motivos es indudable que esta busca posicionarse como un ente social y medioambientalmente responsable, diferenciándose de su competencia y reforzando, de manera positiva, su imagen ante clientes y consumidores.
Si la empresa busca mejorar su competitividad y reducir el riesgo de litigios y sanciones, estos certificados medioambientales pueden significar el acceso a mercados que piden exigen como requisito de admisión el cumplimiento de estos estándares medioambientales; o si quieren lograr un posicionamiento superior en el mercado en países donde se valora de manera más positiva la responsabilidad ambiental de las empresas, los clientes optarán por ellos frente a competidores que no se preocupen por estos criterios.
Además, el logro de estos distintivos ambientales puede traer consigo ahorros de costes gracias a la implementación de medidas concretas que promueven un uso más eficiente de materias primas, productos y/o energía, o por la obtención de beneficios fiscales que ciertas jurisdicciones brindan a las empresas que cumplen estos requisitos.
Por último, la implantación de los certificados medioambientales puede que responda al cumplimiento de su política de responsabilidad social corporativa, y la gestión de estas cuestiones y su integración en la estrategia de la empresa hace que el nivel de confianza de los grupos de interés crezca, reforzando así la imagen de compromiso medioambiental.
Principales sellos de certificación medioambiental en España
- AENOR
La Asociación Española de Normalización y Certificación es una entidad independiente creada en 1986, siendo posiblemente la más conocida en este sector ya que permite acreditar el compromiso ambiental de una empresa con los sistemas generales de gestión ambiental, como la norma ISO 14001. La AENOR clasifica sus certificaciones en seis apartados:
- Gestión ambiental global, el mencionado anteriormente ISO 14011, el más extendido, que promueve la implantación de Sistemas de Gestión Ambiental en las empresas para que estas sean más sostenibles, se diferencien de la competencia y refuercen su reputación frente a los clientes.
- Economía circular, permite obtener el Certificado de Conformidad AENOR de Estrategia 100% Circular y se encarga de medir los criterios de las empresas en aspectos como el ecodiseño, la gestión de residuos, la reducción de microplásticos, la huella hídrica, el tratamiento de los residuos alimentarios, la trazabilidad del plástico utilizado y el recurso a energías renovables.
- Cambio climático, mide la huella de carbono de las empresas (ISO 14064) y la huella de carbono del producto (ISO 14067). Su objetivo final es reducir la concentración en la atmósfera de los gases de efecto invernadero, causantes de la aceleración del cambio climático.
- Gestión de recursos, en el que se incluyen las normas ISO 14046, que mide la huella hídrica, e ISO 50001, sobre la eficiencia energética. Siempre, en este tipo de modelos de certificación, no solo se mide el consumo en la fabricación sino a lo largo de toda la cadena de suministro.
- Sector forestal, dirigidas a las industrias que explotan los recursos boscosos para que actúen de manera económicamente viable, socialmente beneficiosa y ambientalmente responsable.
- Otras industrias, apartado en el que AENOR incluye las certificaciones específicas para las marcas de detergentes, la minería, el reciclaje de automóviles, la recogida y recuperación de papel y cartón y los centros de Protección de Datos (CPD).
- C2C
El sello Cradle to Cradle, o “de la cuna a la cuna” si lo traducimos al castellano, se otorga a los productos que utilizan en su fabricación materiales considerados como seguros y sostenibles para el entorno rural.
Su objetivo es reconocer el compromiso de aquellas organizaciones que minimicen los desechos, usen energías renovables, hagan un uso eficiente y responsable del agua y pongan en práctica estrategias de RSC (Responsabilidad Social Corporativa).
- PUNTO VERDE
Sello medioambiental otorgado por Ecoembes, que certifica la adhesión a su Sistema Integrado de Gestión de Envases. Es una acreditación importante sobre todo para las empresas envasadoras, ya que, en virtud de la Ley 11/97, de Envases y Residuos de Envases, este tipo de compañías tienen la obligación de recuperar los residuos de envases de productos que pongan en el mercado para que sean reciclados y revalorizados. La certificación acredita que las empresas están cumpliendo con dicha ley.
- ETIQUETA ENERGÉTICA
Certificado que se otorga a los aparatos eléctricos según su eficiencia energética. Cuenta con un código de valores que va desde la A (más eficiente y menos consumo, de color verde) hasta la G (que indica un aparato con menor eficiencia y, en consecuencia, mayor consumo, de color rojo).
- FAIRTRADE
Que reconoce el comercio justo a nivel internacional y tiene como objetivo acreditar el cumplimiento de los principios de este tipo de comercio.
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